I. En el AT, aunque se afirme que Dios es Padre (Is 63,16; Jr 3,4), nunca se le invoca como tal. En oraciones judías de la era cristiana se dice en hebreo (ya lengua muerta) refiriéndose al pueblo: «nuestro Padre y nuestro Rey», pero nunca el individuo, ni en lengua vulgar.
La forma aramea Abba, más afectuosa que «padre» a secas, la usaba.n los hijos (también adultos) con sus padres, y se daba como tratamiento a personas de respeto. Jesús es el primero que la usa para dirigirse a DIOS (en aram. en Mc 14,36; d. Rom 8,15; Gál 4,6). Expresa la nueva relación de amor y confianza con Dios.
Jesús inaugura esa relación; por eso habla de «su Padre» (Mt 15,13; 18,10), de «vuestro Padre» (Mt 5,48; 10,29; Mc 11,25, etc.), e incluso de «tu Padre» (Mt 6,4.6.18). Enseña a confiar en el Padre (Mt 7,7-11 par.; Lc 12,32; 18,1-8, etc.). Lo único que el Padre no tolera es la división entre sus hijos (Mt 6,14s). Los discípulos invocan a Dios como Padre (Padre nuestro: Mt 6,9; cf. Rom 1,7; 1 Cor 1,3; 1 Pe 1,17). Lo que hace hijos de Dios es el amor universal (Mt 5,44s). De hecho, en la cultura semítica, la relación padre-hijo no se funda exclusivamente en la existencia dada-recibida, sino en la identidad de conducta; el hijo demuestra serio con su actividad igual a la del padre (cf. Jn 5,20ss;8,39.41.44 ).
El dinamismo del Espíritu; los hombres que se entregan a ella son los adoradores que el Padre busca (Jn 4,21s; Rom 12, ls; Flp 2,17; Heb 13,15s).
La paternidad de Dios crea una comunidad universal, suprimiendo el particularismo étnico (]n 4,12: padre Jacob; 8,38ss: Abrahán).
Por ser «padre» un título dado en su época a personas de relieve, Jesús prohíbe a sus discípulos usarlo entre ellos (Mt 23,9).
II. En Jn, a) el Padre comunica al Hijo toda su riqueza y esplendor (1,14), haciéndolo igual a sí (3,35; 13,3; cf. 5,27). El Padre es, pues, el prototipo del amor generoso y fiel (1,14), creador de igualdad (1,18: «un Hijo único, Dios»), Por medio de Jesús, comunicará su riqueza a los demás hombres (17,22). Todo concepto de Dios que no corresponda al de Padre, tal como se ha expresado en Jesús, es falso (17,3; 20,17).
Existe una perfecta unidad y mutua identificación entre el Padre y Jesús (10,30.38; 14,10s; 17,11b.21s), una total comunión de bienes (17,10), unidad de designio (5,30; 6,38) Y de acción (5,17.36; 9,4; 10,25.37s). Esta unión hace de Jesús la presencia del Padre en el mundo (12,45; 14,9), su santuario (1,14; 2,19.21), su explicación (1,18). Por eso, honrar a Jesús es honrar al Padre (5,23) y odiar a Jesús es odiar al Padre (15,23).
b) El Padre ama a la humanidad; la prueba máxima de ese amor es el don del Hijo único (3,16). Enseña a los hombres a acercarse a Jesús (6,45), fomentando en ellos la aspiración a la plenitud de vida contenida en el proyecto creador (cf. 7,17).
Los que responden a la llamada del Padre dan su adhesión a Jesús, y el Padre se los entrega (6,37), sacándolos del mundo injusto (17,6). La unión de los discípulos con el Padre se hace a través de Jesús, en quien el Padre está presente (14,20). El Padre quiere (amor de amistad) a los discípulos (16,27). Al que demuestra su amor a Jesús cumpliendo su mensaje (amor de identificación) el Padre le demuestra su amor estableciendo su morada, con Jesús y en Jesús, en el discípulo (14,23). La presencia del Padre y de su gloria, que hace de Jesús su santuario (2,19.21), se comunica así a la comunidad (17,22) y a cada uno de sus miembros (14,23 ).
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